Hacia el Poas (29 de noviembre. Cont.)
Después de recoger nuestro equipaje salimos del aeropuerto para buscar a
la persona que nos debía entregar nuestro segundo vehículo, de la misma
compañía que el primero. Pero…no encontramos a nadie así que después de
preguntar a un vigilante nos dirigimos hacia la parte internacional donde nos
dijeron que esta empresa tenía un
vehículo lanzadera. Pero no fuimos capaces de encontrarla así que me vi
obligada a llamar a Gina (Asuaire) para que intentara resolverlo. Pero cuando
estábamos llamando localizamos el lugar exacto donde estaba la lanzadera, -nada
fácil- así que nos recogieron y nos
llevaron a unos pocos kilómetros del aeropuerto para una vez cumplimentados de nuevo todos los
trámites burocráticos, recoger nuestro transporte para el último día.
Una vez más nos dieron un vehículo de categoría superior al que
teníamos alquilado, ya que no queríamos uno automático. Puestos al volante
pusimos rumbo hacia lo que sería nuestro alojamiento para esta noche, Villa
calas, muy cercano al Volcán Poas, que visitaríamos mañana a primera hora.
Para sumar otro inconveniente más, nos sorprende la niebla que se cierra
alrededor de nosotros y para más colmo, la noche se acerca. Seguimos al
navegador que en medio de la nada da por finalizado su recorrido. Estamos
desconcertados, desorientados, en la noche ya y con niebla. Si nos lo hemos
pasado, no lo hemos visto así que optamos por llamar por teléfono, pero un
contestador nos dice que ese número no acepta llamadas. Ya solo nos quedaba
preguntar, lo que hicimos en una gasolinera. Y aquí la suerte comenzó a sonreírnos
ya que lo encontramos en la misma carretera unos kilómetros atrás.
En poco tiempo dimos con él. Lo que nos deja ver la luz artificial
muestra un sitio muy agradable compuesto de cabañitas en medio de un jardín.
Acercamos nuestro vehículo a la que tenemos asignada y nos desparramamos por
ella. En la parte inferior hay un pequeño saloncito con chimenea y el baño, que
tiene separado el wáter de la ducha. Unas escaleras dan acceso a la parte
superior que no está cerrada, sino con una barandilla desde donde se ve toda la
parte inferior. Aquí está la habitación y un balconcito. Muy agradable, pero ya
Angel se fija en las escaleras que califica de peligrosas.
Sin haber tomado ningún alimento desde nuestro desayuno, nos lanzamos
al restaurante del hotel donde disfrutamos de una deliciosa comida-cena. De
regreso a la cabaña sentimos frío así que intentamos encender la chimenea.
Pero
únicamente tenemos un tronco gordo y lo que parece gasolina. Lo intentamos una
y mil veces (como otros antes que nosotros, ya leí los comentarios) y no lo
conseguimos, así que cansados y con frío decidimos meternos en la cama que era
donde mejor íbamos a estar. Y como siempre, nos desmayamos y hasta la mañana
siguiente.
El volcán Poas y la despedida (30 de noviembre)
Al abrir las cortinas de nuestro balcón observamos el cono del volcán
Poas cubierto por las nubes.
Nos levantamos, yo más lentamente ya que me dolían las lumbares del
golpetazo de ayer y Angel desciende con cuidado las escaleras mientras comenta una
vez más su peligrosidad cuando de pronto oigo un golpe y unos quejidos.
Dolorida como estaba me asomo como puedo a la barandilla lamentándome también y asustada por que no sabía qué había ocurrido
y le descubro despanzurrado en medio del salón diciendo que no le ha pasado nada. Afortunadamente.
Recogemos por última vez ya, nuestras cosas y después de un delicioso desayuno, como
todos los que hemos disfrutado en este país,
nos preparamos para subir al volcán cuya cita era a las 9,30.
Según nos acercamos no dejamos de ver las nubes posadas sobre su cono.
En unas pequeñas taquillas chequean nuestra entrada y dejamos nuestro vehículo
en un aparcamiento para subir andando. Son solo las nueve y preparan a un grupo
para subir, pero la niebla persiste. Hablamos con un empleado y nos dice que
para que el cráter se despejara tenía que soplar el viento en una dirección
determinada y ahora no soplaba así.
Podemos decidir entre ir con este grupo, o esperar media hora a que
llegue la nuestra pero optamos por subir.
Apretamos el paso para disponer de más tiempo, ya que tienen calculado
el tiempo de subida, el de bajada y el que podemos permanecer en el cono,
transcurrido el cual, debemos descender para dar paso al siguiente grupo.
Al llegar allí decepcionados contemplamos como una densa niebla cubre
el cráter. Esperamos, pero nada. Solo somos capaces de observar los impactos en diferentes sitios que han debido
de producir las rocas en alguna explosión.
Al parecer este volcán está activo y a parte de emitir gases que pueden
ser tóxicos en una concentración determinada, también puede proyectar materiales
por lo que ha permanecido cerrado mucho tiempo con el objeto de hacerlo más
seguro al visitante, construyendo casetas donde en caso necesario podríamos
protegernos. Hablamos con otros empleados que miden la emisión de gases, pero
llega nuestra hora y no hemos conseguido ver absolutamente nada, ni siquiera
vislumbrar, así que decepcionados con nuestra mala suerte, abandonamos el
cráter y descendemos.
Abajo pregunto si podemos volver a subir y nos dicen que por seguridad
no y nos muestra un video de lo que es ese cráter sin nubes. Precioso,
maravilloso y me muero de envidia.
Nos dicen también que prácticamente todo el
mes ha estado cubierto y verlo despejado es una suerte.
![]() |
Imagen de internet |
Resignados, abandonamos el lugar pensando en que la meteorología no había sido generosa con nosotros durante nuestro viaje: aguas turbias y revueltas en Cahuita que impididieron que hiciéramos un snorkelling en el arrecife, lluvia persistente en Arenal –al margen de irnos sin ver su cono volcánico descubierto-, un brillante sol en Monteverde posiblemente motivó que no viéramos el quetzal, aunque sí pudimos hacer la excursión nocturna y el canopyng y luego mucha lluvia y de intensidad en Corcovado con todo lo que trajo consigo. El remate final fue este.
Bueno, habíamos disfrutado mucho de este país, lo que habíamos podido y
lo que el tiempo nos dejó. No vamos a quejarnos que los huracanes lo azotan
también, así que podría haber sido peor. También es verdad que no nos
acobardamos por nada e intentamos seguir nuestro ritmo adaptándonos a todo lo
inesperado.
Así que con cierto mal sabor, nos dirigimos a las cataratas la Paz, a unos 15 o 20 km de donde estábamos. Eran tan solo las 10 o 10,30 y hasta las 14,30 no teníamos previsto estar en el aeropuerto. Condujimos con un estupendo tiempo por buenas carreteras, en algún momento retorcidas hasta llegar a este complejo que no nos daría tiempo a visitar (es un parque) pero tras descender encontramos en una curva de la carretera una hermosa catarata junto a la que nos fotografiamos para iniciar ya, con mucha tranquilidad nuestro regreso hasta entregar el coche y trasladarnos al aeropuerto.
Sin mayores problemas y casi sin atascos, llegamos a las oficinas,
dejamos nuestro 4x4 y nos llevaron de
inmediato al aeropuerto donde en un restaurante que nos recomendaron (aunque
creo que era el único) tomamos algo de comida antes de embarcar.
Deambulamos por allí haciendo alguna compra que otra hasta gastar
nuestros colones y embarcamos a la hora prevista pero el despegue se demoró
media hora ya que el avión era muy grande y al necesitar más espacio había que
esperar a que lo hubiera. Pero durante el vuelo tuvimos viento de cola, así que
casi a la hora prevista tomamos tierra en Madrid.
El regreso se me hizo más corto ya que al transcurrir por la noche, di
alguna cabezadita que otra interrumpida solo porque tenía un abuelete francés
al lado que justo quiso salir a andar y al baño cuando estaba en mi primer
sueño. También el hombre me dio alguna que otra guerra porque se peleaba con el
monitor y quería, sobre todo, ver películas en francés y se enfadaba porque oía
solo español.
Una vez en tierra las maletas no terminaban de llegar. Tras casi una
hora fui a un mostrador a preguntar y al
parecer no podían abrir la bodega del avión así que teníamos dos opciones: esperar
a su apertura o rellenar un impreso para que nos llevaran las maletas a casa.
Después de escasa o nula información, de hacer cola religiosamente para ser atendidos -cuando la empleada destinada
a la clase preferente no tenía a nadie-, de hacer una reclamación pertinente
solicitando el pago del importe del aparcamiento por la demora sufrida en
nuestra recogida sin mencionar los trastornos inherentes que ocasionó todo
esto, solicitamos que nos llevaran el equipaje a nuestro domicilio. Esa misma
tarde llegaría.
Para terminar añadir que iberia, como era de prever, desestimó nuestra
solicitud respondiendo que nuestro equipaje llegó a nuestra casa y con eso daba
por zanjado el incidente.
Un final algo gris para un hermoso viaje lleno de colores. Y desde
estas líneas que termino de escribir en febrero del año siguiente puedo afirmar
sin lugar a dudas, que ha sido mejor que he hecho hasta ahora.
Costa Rica tiene unas condiciones que al menos para nosotros, lo hacen
un país ideal para el turismo y que posibilita además, viajar de forma
independiente. Para el que le guste la naturaleza y tenga ganas de aventura es
casi perfecto. Para los que no tengan tantas ganas de aventura o no puedan,
también lo es, si se selecciona y
dosifica. En nuestro caso tenemos que aceptar ya limitaciones físicas que los
años nos han traído y por ejemplo, ni siquiera valoré la posibilidad de hacer
rafting en el río Pacuare (uno de los mejores del mundo para ello). Esto podría
requerir movimientos bruscos para lo que hace falta elasticidad y reflejos que
los años se han llevado. Pero de todo lo demás disfrutamos mucho. Y si los años
quitan, también dan. Me refiero a la intensidad con que se hacen y se viven las
cosas. Espero haberlo transmitido a través de estas líneas.
Y no me quiero hacer pesada con más reflexiones. Solo concluir que es
un país maravilloso, con gentes estupendas, cercanas, sociables y comunicativas
encantadas de ayudar y de solucionar cualquier inconveniente que pueda surgir.
Los alojamientos abundan y son estupendos y nos ha gustado especialmente el
concepto de cabañita en medio de la selva o en jardines. La comida también es
muy buena, aunque habría que señalar que un poco monótona. No existe la
variedad de platos que tiene la cocina mediterránea. El nivel de
profesionalidad de los guías es muy alto y la coordinación entre los distintos
medios de transporte para moverse por zonas muy determinadas, también es muy
bueno. Quizás el único inconveniente sea
que puede resultar caro en comparación con otros de la zona debido quizás a que
es muy visitado por turismo americano que tiene un poder adquisitivo más alto
que el nuestro. Pero ya sabemos todos que hay muchas formas de viajar y cada
uno debe seleccionar la más adecuada a sus deseos y bolsillos.
Anterior: Isla del Caño. Volamos
(Ir a pestaña parte superior)
Anterior: Isla del Caño. Volamos
(Ir a pestaña parte superior)
No hay comentarios:
Publicar un comentario